Categorías
Vuelta al Mundo

Carnavalero

Cuando la comparsa empezó a tocar, las sombras cobraron vida y el destierro se hizo realidad. Cinco diablitos saltaron y bailaron, embrujando a los presentes con sus colores, sus espejitos y sus misterios. Ya estaba hecho, los diableros andaban sueltos.

Miles de personas recorren las calles al ritmo de las comparsas, bebiendo hasta el hartazgo, cantando hasta la afonía, bailando hasta que los músculos se retuercen. ¿Por qué? Porque por fin empezó el carnaval.

El carnaval es la ofrenda más grande que se le puede brindar a la Pacha. Pero no vamos a ser ingenuos, todxs tenemos instintos que no dejamos correr. Ahí es donde entra este maravilloso ritual, es un pase anual de dos días a la libertad.

No sólo es la ofrenda a la Tierra, es una ofrenda a las personas que escapan de las penas, de los dolores, de la soledad y de la realidad. Es un momento épico porque el mundo deja de existir y solo se vive el momento, en una completa comunión con los compadres y las comadres, con la tierra.

Salen a pasear las albahacas en las orejas de lxs solterxs, vuelan el talco y la espuma acompañados de cantos que llegan al cielo, marchan cuesta arriba las penas y bajan de los cerros sonidos comparseros que llevan el ritmo de la fiesta.

Cuando llega el miércoles de cenizas, el diablo es devuelto a la tierra para que descanse en silencio hasta el próximo año y se reza para que, cuando vuelva a ver el sol, traiga mucha más alegría.

A fin de cuentas, de eso se trata. De andar endiablado un par de días, para no olvidar que estamos vivos, para no dejar de soñar con la libertad.

Jujuy, Argentina