Hoy se cumplen 45 días desde que empezó mi cuarentena y, aparentemente, va a seguir por bastante tiempo más.
Eso quiere decir que hace 45 días que no existe la normalidad, que la gran mayoría de la población mundial se vio obligada a adaptarse a condiciones que le son completamente extrañas y ajenas. Somos seres sociales, justamente porque gran parte de lo que nos constituye son los vínculos con lxs demás.
El encierro obligatorio, incluso en los casos en los que es una dinámica que no nos resulta tan extraña, nos obligó a cambiar nuestra forma de relacionarnos, nos obligó a ser creativos en encontrar formas de sobrellevarlo, nos obligó a construir un afuera desde el adentro.
Una de las cosas cruciales, es comprender que no hay algo que está bien o algo que está mal para poder llevar esta etapa adelante. Que las cosas que les sirven a unxs, no les sirven a otrxs y que la forma de tolerar la cuarentena depende de la subjetividad de cada persona.
No hay recetas universales en la cuarentena, pero podemos compartir las experiencias

Creo que, en este tiempo, todo lo que antes era un «permitido» tienen que ser parte de la nueva normalidad. Todo lo que nos haga bien para poder aguantar, lo tenemos que hacer. Por eso quería compartir algunas cosas que cambié desde que arrancaron estos días y que me sirven en el día a día:
- No usar despertador. Trato de que el cuerpo descanse lo que sienta que es necesario descansar. También me doy permiso de acostarme más tarde si estoy haciendo cosas que disfruto o me distraen y cambié el eje ordenador de los tiempos que es el trabajo, por el eje del bienestar. Sin dejar de cumplir con mis obligaciones, priorizo los tiempos del bienestar y no los de la productividad.
- Elongación de lumbares. Todos los días me levanto y hago una serie de ejercicios (de no más de 10 minutos) para elongar la espalda. Desde que la cuarentena comenzó, cambié las salidas diarias, las caminatas y los trayectos a las reuniones por estar sentado infinitas horas. Eso me dio muchos dolores de espalda las primeras semanas y, como casi siempre, encontré una solución en YouTube que validé con un amigo fisioterapeuta. Cambió mucho mis días para bien esto, así que lo adopté como un nuevo habito.
- Meditar. Las personas que me conocen seguramente se sorprendan al leer esto, pero un día dije «No creo que me sirva, pero voy a probar». Ahora medito a la mañana antes de levantarme y a la noche antes de dormir. Hago una meditación guiada que dura 9.38 minutos y sirve para relajarse y focalizarse en las cosas sobre las que si podemos influir (Una pandemia mundial no es una de esas cosas). De una forma muy sorprendente para mí, esta nueva actividad me ayuda a pasarla mejor y enfocarme en inventar soluciones en lugar de concentrarme en las limitaciones que implica el encierro. Acá les dejo la app que uso.
- Hacer terapia. Hacer terapia, sin importar las nuevas formas, es clave para la vida misma. Poder hablar de lo que sentimos, pensamos y analizarlo es una de las mejores formas de ponerle perspectiva a todos los temas. No solo durante la cuarentena.
Para cerrar, quiero decir que este post es una clara representación de una persona que tiene resuelta en una medida bastante importante la subsistencia. Si la supervivencia depende de salir a ganarse la comida en la calle, no hay encierro que valga. No hay forma de tolerar la cuarentena. Comprender y empatizar, en estos casos, es no ponernos en el lugar de juez y verdugo.